La frase más emocionante que puedes escuchar en el campo de las ciencias, la que pregona nuevos descubrimientos, no es “¡Eureka, lo encontré!”, sino “¡Es divertido!”
Isaac Asimov
Frustración
Desde hace unos años cada vez que salía del trabajo me invadía una sensación de frustración, ansiedad, malestar en general, pero al día siguiente volvía a mí puesto de trabajo como un robot trabaja en la cadena de montaje de una fábrica.
Llegas puntual, inicias tu ordenador o lo desbloqueas, repasas la decena de mails que han llegado desde el día anterior y te pones manos a la obra si no te interrumpe una llamada de teléfono. Tu bandeja de entrada no deja de recibir correos, compañeros, responsables, clientes solicitando una u otra cosa y cuando te das cuenta es la hora de comer o de salir y lo único que has hecho en todo el día son tareas reactivas, aquellas que son urgentes, pero que no aportan nada a tu conocimiento, a tu desarrollo, a tus ambiciones de prosperar y desarrollar tu potencial profesional.
Saca el emprendedor digital
Llegado un buen día me pregunté qué otras opciones había para poder desarrollar una actividad en la que pudiera tener un horario laboral coherente, nada de jornadas partidas ineficientes entrando a las nueve de la mañana, saliendo a las dos y volviendo de nuevo a las cuatro de la tarde para salir cerca de las ocho. Un trabajo organizado, con tiempos distribuidos para crear contenidos de valor que aporten a medio y largo plazo y a su vez realizar las tareas cotidianas que son necesarias a corto. Y lo más importante una carrera profesional que me motive día a día y saque lo mejor de mí para ser la persona que quiero ser, hacer aquello que me apasione para crecer tanto personal como profesionalmente y por supuesto tener la recompensa que toda persona quiere tener por realizar su trabajo sin tener que dar las gracias por que te den un puesto de trabajo como si tu no estuvieras contribuyendo al crecimiento de la empresa para la que trabajas.
Investigando, leyendo, viendo vídeos llegué a la conclusión de que hoy en día cualquiera puede comenzar a diseñar su empresa, negocio, startup con muy pocas herramientas y recursos. Un ordenador, conexión a internet y software libre bastarán como herramientas. Tiempo, dedicación, paciencia y persistencia completarán la fórmula para ponernos manos a la obra, tu obra.
Ilusión
Y hoy para empezar quiero que lo hagas con ilusión, así que vamos a ver cual es esa obra que te gustaría iniciar. Comienza haciendo un listado de tus fortalezas y tus debilidades. Esto te servirá para ir obteniendo ideas, llegarán solas, créeme, no te fustigues haciendo la lista, se sincero y espontáneo. Date un día, dos o incluso tres para completarla. Ayudará a que tu lado difuso, ese que pone en marcha tu cerebro cuando estás descansando o haciendo actividades como deporte, conducir o darte una ducha, se active. Las ideas empiezan a llegar a tu cabeza como por arte de magia.
Ahora que empiezan a surgir ideas basadas en tus fortalezas y debilidades vas a ir a tu ordenador, tablet o smartphone y abrir una hoja de cálculo ya sea Excel o Google y vas a apuntar esas ideas de negocio que abordan tu mente. Crea distintas columnas, una para la idea en si, otra para indicar tus fortalezas, una más para tus debilidades, la siguientes para oportunidades que haya en el mercado y una última para amenazas que puedan frustrar tu idea de negocio. Como ves estas dos últimas columnas pueden llevarte un tiempo completarlas, como anteriormente lo hicieron las fortalezas y debilidades, sigue la misma estrategia y que lleguen a tu cabeza cuando se encienda la “bombilla”.
Espero que estés divirtiéndote, como diría Isaac Asimov. Porque tu obra no acaba más que comenzar.
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